La enfermera escolar, una figura ausente en los colegios
Es una pieza imprescindible para preservar la seguridad de los alumnos en caso de una eventual emergencia o a la hora de administrar un tratamiento y así lo vienen reivindicando asociaciones de pacientes, docentes, familias
A partir de las ocho de la mañana el bullicio de la calle se acrecienta. Voces agudas, divertidas, exaltadas penetran desde la calle hasta la habitación. Cerca de la vivienda hay un CEIP y el trasiego de familias con niños y niñas de entre tres y 12 años es frecuente. Puntuales, padres, madres e hijos e hijas, se congregan frente a la entrada de la escuela a la espera de que abran las puertas del centro. Del total de alumnado que acude al cole, habrá un porcentaje significativo que padezca alguna enfermedad crónica. Según datos recogidos en el artículo Enfermedades crónicas en Población pediátrica: comorbilidades y la USO de Servicios en Atención Primaria, publicado en Anales de Pediatría, uno de cada cuatro niños sufre alguna patología de este tipo. Dentro de este grupo de enfermedades, el asma es la principal enfermedad crónica en la población pediátrica, situándose en torno al 7%-15% en España seguida de la obesidad (España a la cabeza de la Europa con el 40% de los niños españoles de entre 3 y 8 años con obesidad o sobrepeso), la dermatitis que afecta a un 10-20%, la enfermedad celíaca o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), cifrado actualmente entre el 10-20%. A la presencia de niños y niñas con este tipo de enfermedades en los centros educativos se suma los posibles contratiempos de salud que puedan aparecer en una jornada escolar: caídas en el patio, aparición de varicela, escarlatina o similar, presencia de fiebre, etcétera… Dolencias, todas ellas, que requieren de la labor de personal cualificado que atienda en primera instancia en las escuelas de manera profesional cada una de esas indisposiciones; es decir, de una enfermería escolar.